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Un calvario de castillo

El sábado 14/10/2019, la expedición senderista de Asmisaf, volvió a las andadas y nunca mejor dicho,  Pero esta vez mezclando naturaleza con patrimonio cultural. 
La ruta fue al Castillo de Cullera, que iniciamos en la propia ciudad, visitando el mercado central, que nos vino de paso y que ya estaba adornado para las fiestas navideñas, para posteriormente comenzar cual “comunidad de anillo” (de aquella famosa película épica), a subir a lo alto de la montaña donde más de uno miraba atrás negándose a perder la furgoneta de vista.
Poco a poco Cullera se va quedando pequeña y las vistas grandes, subiendo por el camino del calvario, nombre que le viene perfecto al caso, porque más de uno miraba al fisio malvado que les llevaba por la calle de la amargura para hacer algo de ejercicio y con el viento en contra.
Una vez arriba, conquistamos el castillo y ya sólo las vistas valieron la pena tanto sacrificio, donde habían hecho casi las mismas estaciones de dicho calvario para llegar arriba.
Mientras nos tramitaban la entrada, visitamos la iglesia, y pudimos ver el enorme belén que había montado con todos sus detalles.
Por fin dentro del castillo, quedamos maravillados con la conservación de éste, y con la cantidad de objetos medievales que había en su museo, además de las almenas, la torre y las guías audiovisuales que nos transportaban a la edad media, mora y cristiana, a las guerras carlistas, al paso de Jaume I el conquistador, como no, la piratería y todo el paso de los siglos que ha soportado esta edificación.
El enfado vino cuando se dieron cuenta del parking de detrás del castillo, lleno de coches y donde descubrieron que podrían haber subido en furgona hasta la mismísima puerta; pero de nuevo el malvado fisio les llevó por el calvario, aunque eso sí, esta vez cuesta abajo.
Para terminar la jornada comimos en el Clot de la Font, un pequeño y bonito paraje natural entre los campos que se encuentra en Tavernes de la Valldigna. Lugar tranquilo y sin viento, para poder reponer las fuerzas perdidas en la ruta.
Al final todos contentos, con los cuádriceps llenos de agujetas y satisfechos de haber vuelto a visitar lugares muy cerca de casa y dignos de ver. Hasta la próxima ruta!

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