Las emociones nos acompañan en nuestro día a día, son esenciales en el desarrollo personal. Todos vivimos nuestras preocupaciones diarias, y a veces saber enfrentar las dificultades de la vida es un proceso complejo en el que las personas con diversidad funcional necesitan apoyos para aprender a contener y gestionar las emociones.
Enfrentarse a emociones solo, sin apoyos, aumenta el estrés de las personas con diversidad funcional, que de por sí implica una situación difícil. El hecho de poder expresar sus emociones, el sentir que se les acompaña en sus miedos, en sus penas y en lo que sienten es habitualmente un elemento muy fortalecedor para ellos. El compartir las situaciones y las emociones con otros, por ejemplo con sus compañeros o con los profesionales, ayuda a las personas con diversidad funcional a percibir que sus emociones son algo normal o esperable para la situación que les toca vivir (sobre todo con el tema de estar confinados y no poder salir de la residencia y ver que las visitas de sus familias se han visto reducidas a causa de la crisis sanitaria del Covid 19). Este proceso de normalización de las emociones tiene un efecto tranquilizador para ellos.
Por eso hemos trabajado las emociones mediante las siguientes actividades: fichas educativas de las emociones, lectura de cuentos, memory de las emociones, la caja de las emociones, las emociones en la música, el emocionómetro, video fórum (película “Del Revés”), las gafas positiva, pintar mandalas…
El relatar y compartir las experiencias críticas servirá para que los chicos y chicas de la vivienda naranja desarrollen una actitud empática con los sentimientos de sus compañeros y aprendan un vocabulario emocional que les permitirá ponerle nombre a lo que estén sintiendo.
